Tuesday, April 25, 2006

 

Los FARALLONES

Farallos





Al otro día de la terapia, muy temprano, cuando Sinclair  abre sus ojos almendrados Sinclair, y lo que primero ve, fue una enfermera silenciosa que se movía por todo el cuarto haciendo quehaceres, tal vez era la misma que venia a diario, no sabia... abre las cortinas y deja entrar luz natural a la pieza, se acerca a Sinclair y le quita la cobija lentamente, mientras este la mira atónito, ella no se percata de la sorpresa que se crea en Sinclair, y continua en su rutinar, muy suavemente levanta a Sinclair haciéndolo por los brazos, lo baja lentamente hasta sentarlo en la silla de ruedas, tiene una manera muy dulce de hacer todo que Sinclair nota pero no es capaz de decir nada aun... lo lleva hacia el baño, lo desnuda y comienza con su limpieza personal... por primera vez después de tanto tempo, se acababa de dar cuenta Sinclair en quien le hacia la limpieza del cuerpo, y por primera vez, sintió él vergüenza al ver como ella con toda suavidad le bañaba el cuerpo, hasta en sus partes intimas adormecidas... le cambiaba el pañal, le aceitaba y cuidaba del cabello, le afeitaba y hasta le lavaba los dientes.


Ella pertenecía a una orden de misioneros que iban al Hospital todos los días, todas las mañanas... Sinclair saliendo de su vergüenza, mientras ella rutinariamente como a diario durante todo el ultimo año, le afeitaba en silencio... como detrás de un vació mudo, le alcanza a salir un inseguro “hola” a Sinclair, el aire se torna frágil y ella medio aterrada un poco, retrocede levemente de su rutinar, hasta que se detiene; y observando a Sinclair como si el enfermo se acabara de despertar de un Estado de Coma, le responde, -“Buenos días Señor Sinclair , espero se encuentre Ud. bien.”

-       “Sí, bien gracias”...  un poco de silencio pesado y continua: ¿Te molestaría si pregunto tu nombre?”

-       “Para nada Señor Sinclair, me llamo Eliza”

-       “¿Le molestaría si continuo hablándole Eliza?”

-       “No Señor Sinclair
-       “¿Me podrías llamar Hermann si queres?”... ella no dijo nada, y luego de otro silencio, Sinclair  continuo... “Eliza, dicen que existe un libro que contiene Sabiduría entre los nocheros de los Hospitales, ¿lo has notado?”

-       “Si”... iba a decir otra vez Sr. Sinclair , pero se detuvo y tampoco le pudo decir inmediatamente Hermann, y continuo... “¿Porque le interesa leer de este libro?”

-       ... no respondió él apropiadamente, había algo en esos ojos grandes de ella que le absorbían  y solo le alcanzo a decir... “Sí, Eliza¿?”

-       ella un poco turbada, continuo en monologo para disimular lo que estaba sucediendo entre ellos en silencio... “Si desea, nosotros por las tardes nos sentamos en el salón de reuniones arriba en el ultimo piso a leer un poco, y yo le podría llevar conmigo...”

-       “Gracias, Eliza”

pensó pasar el resto de la mañana mirando por la ventana, hasta que le turbo la idea de escribir cartas... a Eva, a sus padres, que a lo mejor ni saben de su estado, el conflicto aún continuaba, y a lo mejor pensaran ellos que esta aún en el frente luchando por los ideales de una estúpida guerra más...
se deslizo por entre corredores hospitalarios en la silla de ruedas hasta el Centro de Distracciones. Era la primera vez que venia, no sabia aun el que le había despertado del letargo de las pesadillas y la búsqueda del suicidio, hoy se había levantado con otra visión, con otro calor en su interior... pudo ver que alrededor de una mesa, estaban otros como él, que jugaban algún juego de mesa mientras fumaban y fumaban... paso de largo y los miro desde lejos, le levantaron una mano como saludándole, el respondió pero siguió su camino hasta la caseta donde se encontraba una enfermera; al llegar a ella, le pidió conseguir papel y algo conque escribir una carta... ella después de mirarlo un segundo de más, saca de la parte interior del mesón varias hojas de papel lineada y un lápiz... en el viaje de regreso a su cuarto, Sinclair  volvió a mirar hacía la mesa donde había visto los que fumaban y jugaban, pero se habían ido... hacia un corredor opuesto que lleva al jardín, diviso sus siluetas que jugaban ajenas en perfecta danza entre luces y sombras, se quedo unos segundos detenido como absorbiendo el momento... cuando llego a su cuarto se apresuro entusiasmado a escribir sobre las hojas, pensó que tenía cantidad de momentos para compartir a su familia y a Eva... pero las emociones no se convirtieron en letras tan fácilmente, se detuvo en sus pensares un segundo y viendo que estos se iban de él, encontró que a Eva no le deseaba ya escribir, ya no sentía por ella aquella gran atracción, era como cuando el joven Siddhartha descubre después de que su amigo Govinda lo deja, que de allí en adelante se deberá formara él un totalmente nuevo sendero hacia el infinito horizonte al q miraba absorto y triste... pero debía enfrentarlo.

Para salir de aquel ensimismamiento que le podría dejar fantasmoricos residuos explosivos en su alterado estado mental, ahora ocupado en quehaceres de sanación corporal interior,  tareas a las que su mente y espíritu querían dedicarle de ahora en adelante mucho tiempo... decide Sinclair  en forma sana y como recurso para conservar su sanidad mental existencial, escribirle a sus padres... y aunque le era bastante incomodo para sus manos la acción de escribir, trata y comienza así:



Queridos mamá y papá y hermanas:


Desde aquel día en q me alistaron al ejercito, fui enviado al frente
y allá las acciones ocupadas en su mayoría a la sobre vivencia
me mantenían impedido en enviarles una carta,



para Sinclair  un momento, pensó que quería evitar contarles sobre su estado y los pormenores de este... siguió cavilando, hasta que continua:



pero hoy me han dejado más tiempo las ocupaciones
 habiendo sido trasladado a otro lugar más retirado del frente de acción,
les cuento q estoy bien y los recuerdo mucho,
pienso q en poco tiempo podré compartir con todos Uds. muchas más Navidades.


Los ama, hermano e hijo;


Hermann



La época de Navidad estaba cerca, y todo el alboroto alegre que conlleva ésta se comenzaba a derramar por entre el hospital también, se sentía... a mediados de la tarde, llega Eliza para recogerlo y llevarle al salón del ultimo piso como le había prometido... entra con una sonrisa y brillo navideño en su cara... rostro cachetón y sonrosado por el frío de la calle, y saluda a Sinclair :

-       “Hola Hermann, ¿cómo estas?“
-       “Hola Eliza, te esperaba, estoy mejor... gracias”

Sinclair  no hablo nada sobre la carta, no es que no quisiera, si no que simplemente, este tipo de cosas no le pasaba ni siquiera por el pensamiento.
  

Se encaminaron por entre la plataforma inclinada para sillas de ruedas del Hospital, subían lentamente y en silencio hacia el otro piso... los pensamientos de Sinclair  se iban de un lado de la carta que escribió, a sus recuerdos de infancia cuando jugaba con sus hermanas... no quería recordar a Kromer ni cualquier otra pesadilla de entonces...

el salón era amplio, había un hombre en el oratorio, las monjas sentadas al frente daban la impresión de estar enclaustrado en un monasterio, en la parte de atrás algunas enfermeras y algunos pacientes... se sentaron en la ultima banca a pedido de Sinclair, Eliza, junto a él, y comenzó el orador diciendo:

“Hoy estamos viviendo tiempos de dificultad, nuestra juventud es masacrada de bando y bando en una guerra que en términos generales, se acopla más a intereses individualistas de una elite manipuladora de información incapaz de encontrar medios justos para la distribución de los beneficios económicos que genera el País... mentiras disfrazadas que nos han llevado a librar una guerra de conveniencias ideológicas, entre paréntesis... puesto q los otros manipulan nuestra juventud con cuentos de grandeza para q sean carne de cañón en defender sus producciones millonarias que les mantiene el negocio de las armas a otros en países lejanos que están interesados en la muerte. Abajo se encuentran cientos de nuestros mejores hombres, heridos en combate... mientras que corre más sangre sobre la tierra... y muchos de ellos corren suertes inciertas de recuperación... algunos, dentro de su desesperación mental, desean cruzar los extremos de sus existencias, apagando luces de esperanza q aún conservan... ora lenta y cruelmente, ora en halos de inmediata determinación desesperada, como ocurrió esta madrugada...”

Sinclair voltea a mirar a Eliza al mismo tiempo que ella, lo que le dijo su mirada le dejo un frío por dentro momentáneo... pero el orador continuo distrayéndole...

“es prudente  y urgente de parte nuestra, el llevarles un mensaje inmediato de esperanza a nuestros hermanos heridos pa...”

volvía Sinclair   a distraerse entre sus pensamientos que iban y venían velozmente como buscando escapes por donde salir... pero sabía que tenía q escuchar al orador, para comprender ciertas cosas q le eran inexistentes en su pensar... y trataba de concentrarse, mientras la vos venia otra vez de afuera...

“ ...probablemente muchos no deseen escuchar palabras de aliento hasta que hallan tocado un fondo, el paso antes de la fosa... “

allí fue donde Sinclair   vio que él había estado, cuando conoce  a Max, y le regalan ese mensaje de esperanza para salir de un torbellino oscuro con simplemente  escucharlo, hacia un espacio dentro su interior más propenso a una evolución positiva, como si hubiera emergido de dentro la tierra hacia un campo exterior a caminar y caminar, como buscando respuestas y atravesando lugares distintos a los que encontraba en el túnel vacío y oscuro donde vivía y moría... había salido desde un paso antes de su fosa, pensó Sinclair...

“...acordaos de no hostigar con mucha palabrería ni fanatismos emocionales innecesarios al prójimo, no se trata de llevar a nadie al cielo, pero tampoco de dejarles solos cuando andan buscando de una salida a ese torbellino de soledad, oscuridad, frío interno y odio propio donde se encuentran muchos... les voy a leer un segmento de algo que dice el Señor...”

la atención de Sinclair   la reflejaba en sus ojos totalmente desorbitados, él sabía lo que el orador estaba diciendo, había experimentado el torbellino de la autodestrucción, él había escuchado a Max y había podido comenzar a fabricarse una esperanza, sabía que tenía que poner mucho de sí mismo, para poder accionar entre las respuestas encontradas... pero volvió y se silencio cuando el orador comenzó a leer...

“En Hebreos desde 10:16, leemos... { este es el pacto que haré con ellos después de aquel tiempo dice el Señor, pondré leyes en su corazón y las escribiré en su mente... nunca más me acordare de sus pecados y maldades... }... –para luego añadir de sí mismo... el que es, ya esta, y los que no son, no son... el que ha de venir, vendrá“.

Terminando de hablar el orador, Eliza me mira a los ojos, su mirar difunde voces de aliento, su boca permanecía en silencio... yo la miro y veo en ella una especie de camino del que Max me había hablado, Eliza levanto su voz un poco y me dijo como en susurros:

-       “Es de Max que hablaban...”
-       “ ¿Que queres decirme Eliza?”
-       “Que Max fue encontrado sin vida esta madrugada por sobre dosis de Morfina en su sangre”

Sinclair   se quedó un momento sin aire, no sabía q decir, no entendía muchas cosas... si Max le había contado todo aquello ese día, porque él se había quitado la vida así no mas, sin una lucha... no entendía, seria que la lucha había sido tan tremenda, que no pudo al fin y se tiro por el acantilado... seria que fue un cruce de información de espíritus, de intercambio de vidas y palabras, donde yo tome su vida, mientras el tomaba el cáliz de una muerte... será que de todos modos uno de los dos debía de partir... ¿?

Su pensamiento iba desde el día anterior en que había conocido a Max, del estado en que estaba yo en mi vida aquel día, aquella mañana... lo que el orador acababa de decirnos... trataba Sinclair   de coordinar ideas y pensamientos cortos, hasta que no aguantando más la tensión, grita ensordecedoramente un... “¡No puede ser!”...

Ese “no puede ser”, significaba no solo que veía como en un espejo reflejado en otras personas su propia existencia... la conversación del locutor  al frente, Max q había salido de la nada a impulsarlo hacia un existir, o a intercambiar con él la vida y la muerte, a sacrificarse por mí en la tierra mientras vivía... a dar su vida por un amigo, como decía en el libro... ¡guau!, es lo único que podía decir Sinclair  eran demasiadas burbujas entre su abultada  información cerebral que seguían penetrando a  cada segundo que respiraba... la mirada de Max que le recordaba a su amigo de infancia, Eliza que le hablaba siempre como si le conociera de hace mil años... cuando escucho la voz de ella otra vez, ya estaban en su cuarto... sus pensamientos se diluían entre gotas ácidas que nadaban entre un mar de agua cristalina... iban y venían al danzar de una marea permanente... todavía no comprendía si todo esto era bueno para el o si se aproximaba una tormenta.

-       “Si, Hermann, todo se da a tu rededor de una forma u otra... en el momento todo puede parecer espejos de muchas otras cosas, pero más adelante cuando estés sano completamente, podrás atraer lo que necesitas... con solo dejarlo meditando dentro de ti. Tu cuerpo es templo de Dios, y si Él allí hace su hogar, te suple todas tus necesidades, pero primero debes abrir las puertas de tu existencia interna y poco a poco ir limpiando tu casa para  que sea digna...”

Hubo un silencio largo, Sinclair   no puede absorber todo a la velocidad que suceda, y menos a la velocidad de las palabras que salían pesadamente de Eliza, estas parecían cruzar su mente como rayos de luz... no podía mirarla, escuchaba mientras su cabeza penetraba un piso de hospital que en realidad no veía, era invisible a lo visual, su pensamiento era de un piso surreal que como tablero de ajedrez en cuadritos blanco y negro, se extendían hacia un infinito alrededor, él en el centro del tablero plano, miraba como se desdoblaba su mente en átomos angústiales que salían a borbotones de la masa cerebral... los ojos abiertos que no veían nada, solo viajaba entre sus ideas, entre ese mundo nuevo que se iba formando rápidamente, al que debía de ajustarse rápidamente... entre todo aquello, alcanzo a susurrar mirándola, como buscando un punto de apoyo:

-       “¿Lees mi mente Eliza?
-       “Solo mirando  tus ojos siento como tu corazón refleja lo que pasa por tu mente...”
-       “¿Me sostienes un poco Eliza?, me siento pesado y creo que quiero dormir...”


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